viernes, 20 de noviembre de 2020

Cuento

 LOLO, EL OSO VERANIEGO

Érase una vez en lo más profundo de la Antártida, donde ningún humano había llegado nunca, había una gran ciudad de pingüinos, osos polares y focas. 

Todos vivían contentos en su hogar, todos eran felices. Todos menos uno.

El oso Lolo no era feliz. Tenía una familia que lo quería y muchos amigos con los que jugaba todos los días pero no era feliz. 

 

Lolo estaba harto de que desde enero hasta diciembre hiciera frío. El soñaba con el día en que pudiera tomar el sol y ponerse moreno, tomar espetos y surfear en el mar caliente no como el de la Antártida. Él soñaba con el día en el que el hielo se derritiera y su ciudad se convirtiera en el sitio con las mejores playas, pero eso nunca ocurría y nuestro oso cada vez estaba más triste.

Pero un día pensó: «en todos los países que conozco hay playa y en el mio también tiene que haber».

Cuando les contó a todos sus amigos y a su familia su plan, se rieron de él. «¡Es imposible!, «¡estamos en el sitio más frío del mundo!», «¡será tonto!», le decían todos». Pero él cogió sus maletas y les dijo: «¡cuando sea el primer oso en ir a la playa no vengáis a pedirme que os lleve hasta ella!».

Y se fue.

 

El oso Lolo andó y andó durante días pero parecía que sus amigos sí tenían razón, que nunca iba a poder ir a la playa, y muy triste después de muchos días el oso Lolo volvió a casa.

Mientras tanto, sus amigos de la Antártida se sintieron mal y no querían volver a verlo triste, así que le prepararon una sorpresa. Se pusieron los bañadores, aunque hacía mucho frío, rompieron la nieve y la pusieron al lado del gélido mar como si fuera la arena. Aprovecharon que cayó un rayo y prepararon unos ricos espetos de sardinas del norte, después de días de trabajo la ciudad gélida parecía una playa. 

Cuando el oso Lolo llegó a casa y vio la sorpresa se puso tan feliz con todos que lo celebraron con un baño en el mar y tomaron el sol en sus hamacas disfrutando de unos ricos espetos. 

Desde ese día Lolo estuvo muy feliz y siempre que quisiera podía sentir que estaba en una cálida playa.


 FIN

Aurelia. 1º C