Quédate en casa
Elena 4º ESO
Primer lunes no festivo, suena el despertador a las 7:30 de
la mañana. Entonces viene el momento en el que recuerdo que no hay clase. Todo
parece ir perfecto e intento seguir durmiendo, al fin y al cabo, el cuerpo no
se olvida de los madrugones para ir al instituto. Al volver a despertar pienso
en cómo me voy a organizar estos días. No sé por dónde empezar y los maestros
no paran de mandar deberes por Gmail, iPasen, Classroom... La verdad que
la cuarentena no pinta tan bien como esperaba.
Pongo las noticias y el mundo se me cae
encima, ¿un decreto de alarma? No tardé ni un segundo en empezar a buscar por
Internet qué suponía esto.
Cuando me informé no me lo podía creer, ¿cómo iba a aguantar mínimo 15 días esta
situación? Recuerdo cómo mis amigos y yo empezamos a comentar el tema por redes
sociales y la enorme cantidad de memes por todos los grupos. Nadie se
imaginaba que unas medidas tan estrictas llegarían a este pueblo.
Al día siguiente, consciente de todo lo
que estaba pasando, empiezo a hacerme unos planes para evitar el aburrimiento
durante la cuarentena. Sinceramente, echo de menos cosas que nunca imaginaría.
Pues sí, ojalá pudiéramos volver al instituto y charlar con los amigos en el
recreo, contar las anécdotas de las clases, desahogarnos si un examen ha sido
difícil y las asignaturas que tendríamos después. Ahora solo nos queda hablar
por videollamada y redes sociales y compartir las ganas de volver a la rutina,
a los buenos momentos y sobre todo, volver a la libertad.
A lo largo de esta eterna semana me he
dado cuenta que no hay Netflix, ni televisión, ni juegos suficientes para matar
el tiempo. Al fin y al cabo, he aprendido a valorar las pequeñas cosas que
siempre pasan desapercibidas, como el hecho de salir o incluso, seguir una rutina.
Pero sobre todo, valoro la salud y me quedo con la unión de todos mediante
ánimos y aplausos desde nuestras casas para vencer a lo que nos ha llevado a
este punto.