miércoles, 25 de marzo de 2020


Quédate en casa
Elena 4º ESO

Primer lunes no festivo, suena el despertador a las 7:30 de la mañana. Entonces viene el momento en el que recuerdo que no hay clase. Todo parece ir perfecto e intento seguir durmiendo, al fin y al cabo, el cuerpo no se olvida de los madrugones para ir al instituto. Al volver a despertar pienso en cómo me voy a organizar estos días. No sé por dónde empezar y los maestros no paran de mandar deberes por Gmail, iPasen, Classroom... La  verdad que la cuarentena no pinta tan bien como esperaba. 
   Pongo las noticias y el mundo se me cae encima, ¿un decreto de alarma? No tardé ni un segundo en empezar a buscar por Internet qué suponía esto.
Cuando me informé no me lo podía creer, ¿cómo iba a aguantar mínimo 15 días esta situación? Recuerdo cómo mis amigos y yo empezamos a comentar el tema por redes sociales y la enorme cantidad de memes por todos los grupos. Nadie se imaginaba que unas medidas tan estrictas llegarían a este pueblo.
   Al día siguiente, consciente de todo lo que estaba pasando, empiezo a hacerme unos planes para evitar el aburrimiento durante la cuarentena. Sinceramente, echo de menos cosas que nunca imaginaría. Pues sí, ojalá pudiéramos volver al instituto y charlar con los amigos en el recreo, contar las anécdotas de las clases, desahogarnos si un examen ha sido difícil y las asignaturas que tendríamos después. Ahora solo nos queda hablar por videollamada y redes sociales y compartir las ganas de volver a la rutina, a los buenos momentos y sobre todo, volver a la libertad. 

   A lo largo de esta eterna semana me he dado cuenta que no hay Netflix, ni televisión, ni juegos suficientes para matar el tiempo. Al fin y al cabo, he aprendido a valorar las pequeñas cosas que siempre pasan desapercibidas, como el hecho de salir o incluso, seguir una rutina. Pero sobre todo, valoro la salud y me quedo con la unión de todos mediante ánimos y aplausos desde nuestras casas para vencer a lo que nos ha llevado a este punto.