EL REFLEJO
"Anoche tuve un maravilloso sueño, cuando de repente unos golpes me despertaron. Luego de eso apenas pude escuchar las paladas de tierra cayendo sobre mí, ahogadas por mis propios gritos..."
Al día siguiente, la encontraron muerta en su cama con una expresión de pánico dibujada en el rostro.
Los primeros días todo el mundo hablaba de aquella chica que tuvo tan fatídica muerte; mientras tanto, yo, entre lágrimas, no paraba de preguntarme, ¿por qué?
Con el tiempo el caso se cerró por falta de pruebas y tanto ella como su extraña muerte acabaron en el olvido. Todos la olvidaron, excepto yo. Soy incapaz de borrar sus sollozos de mi cabeza, a la vez que me resulta imposible pegar ojo. Cada día visito su tumba para rogarle que pare, pero nunca me hace caso.
Mi vida se ha vuelto un infierno, voy vagando sin rumbo alguno por las calles, mientras, unos se ríen de mí, otros me arrojan tristes miradas y algunos simplemente, evitan cruzarse por mi camino. Siento que mi muerte también se aproxima, ¿sería esto lo que sintió mi hermana? Me pregunto constantemente.
Esa noche unos golpeteos en el vidrio me despertaron. Pensé que eran de la ventana, pero cuando los escuché de nuevo, me percaté de que venían del espejo. Al mirarme no me encontré. Un sublime paisaje similar al de una pintura de un artista romántico, ocupaba todo mi espejo. Me detuve a analizar todos sus elementos, había grandes árboles secos, por los cuales se movían unos monjes transportando un ataúd hacia unas ruinas de lo que me pareció una abadía. En su interior se encontraba la silueta de mi hermana, acompañada de otras más. Antes de que pudiese siquiera mover un músculo para empezar a correr, todo se volvió negro.
Abrí los ojos y me encontraba dentro de un ataúd. Una hora más tarde de haber sido enterrada viva, me emocioné al escuchar que alguien cavaba. La emoción terminó al descubrir que aquel sonido venía de abajo. De nuevo, allí estaba la antigua abadía en el bosque, solo que esta vez yo me dirigía hacia ella.
Hoy llevo 20 años muerta, me encontré con mi hermana, pero sigo sin saber por qué estamos aquí. Lo único que sé es que Friedrich, aquel pintor que creó Abadía en el robledal, de la que se basa este infierno, tenía razón. Sí que existe un más allá, el cual nunca deberás mirar si te lo encuentras en el reflejo de tu espejo, a no ser que quieras ser otro más.